Selección de poemas de Isaías Nougués realizada por Gaspar Núñez a partir del libro Voces y luna: los fantasmas de la 24, editado por el artista mismo en Buenos Aires durante 2010. El segundo texto toma fragmentos de una entrevista realizada por Raúl Vigini a Isaías Nougués y publicada en Diario La Opinión en 2019. (Los dibujos son de Nougués).
MODELADA POR EL DESEO, la línea liberó misterios apresados en el punto, dibujó vivencias inexistentes y, en procura de la esencia, transfiguró la realidad en abstracción, espacio sin tiempo donde guardó con mi vida el recuerdo de otras vidas.
PESAN EN MI MANO las líneas que Alguien trazara con aleluyas y requiems para conducirme por pasiones y sueños, vidas y muertes… amores y desamores… Y fueron las formas encierro de vivencias, relatos sin historia… Profecías de futuros posibles.
AL AJUSTAR el íntimo cerco del abrazo sobre las curvas de los cuerpos, la línea medida de mi sensación sobre otras sensaciones se hizo piel… En trémulas sombras de músculos contraídos por la caricia de un trazo, aleteó el deseo… Y pude leer mi cuerpo sobre las formas de otros cuerpos.
TRANSITORIO TEMPLO de sensaciones con resonancias de infinito, mi cuerpo, dibujo sin final, se congelará en el último punto de la línea detenida entre lo que fué y lo que será, para renacer con la muerte, primer trazo que dibuja Los misterios después del tiempo.
EN EL ÚLTIMO TRAZO vibra una promesa de continuidad que hace de la forma abstracción y realidad, aprendizaje del pasado, duda ante el presente, intuición de lo por venir. En los silencios que encierran sus vacíos se detuvo el tiempo para imitar a la eternidad.
Hablaban bien de la obra como se habla bien del muerto
Empecé a dibujar tonteando. Realmente empecé a dibujar cuando ingresé a la Facultad de Arquitectura de Tucumán. Porque me interesaba ver lo que hacían Spilimbergo y los demás. Yo dibujaba en las orillas de los planos, donde sobraba el papel. Lo tenía lleno de caricaturas de los profesores, de mis compañeros, tenía facilidad para eso. Después perdí esos dibujos.
(…)
En un momento estaba en una situación familiar muy particular y me fui a Buenos Aires a ver si conseguía un trabajo. Mi padre estaba ahí porque era diputado nacional. Como yo había estado antes en Buenos Aires jugando al rugby, conocía gente. Me invitan a jugar y entre otras cosas, aparece un conocido interesado en conseguir a alguien que se incorpore a un estudio [de arquitectura] para proyectar a través del dibujo. Seguí quedándome y trabajé en el proyecto de Mau Mau, con esos honorarios cobrados paso por una galería que se alquilaba y se me ocurrió exponer. Llegué a mi casa y me di cuenta que tenía la galería alquilada pero no tenía los dibujos hechos. De las galerías de arte me llamaba la atención que parecía lo que sucedía en un velatorio, porque todos hablaban bien de la obra como se habla bien del muerto. Hice la exposición, pero era una experiencia casi ingenua. Lo cierto del caso que pasó por allí Ernesto Ramallo que era crítico de arte de La Prensa y me hizo una nota. Otro tanto pasó con Ernesto Schoo que estaba en Primera Plana. Detrás de eso me invitaron a exponer en Tucumán, y con eso me enganché en publicidad. Empecé con textos y seguí con dibujos publicitarios. A Tucumán vuelvo siempre que puedo, pero seguí radicado en Buenos Aires desde hace seis décadas.
Texto escrito por Javier Soria Vázquez para la colección Unx x unx a partir de una entrevista a Aquiles Badi, a quien pertenecen las pinturas que acompañan, publicada en la revista Siete Días el 16 de septiembre de 1974.
Podría haber pintado el tozudo estoicismo de mi casa en Milán entre el punzar de las llamas. O el lomo plateado de la bomba que como una ballena encallada por años durmió en mi jardín. Podría haber pintado la fusta del hambre con el pálido celeste de una Italia devastada, el accionar horrendo y las contiendas entre rojos y azules con gris humo, las escurriduras sobre los pocos paredones en pie con negro perileno y bermellón, el aullido terracota que expulsa un cuerpo cuando se le desprende el alma, o el expolio a familias enteras que desfilaron encauzadas por mosquetones con tierra de sombra tostada.
Pero hasta de aquellos momentos he tenido la capacidad de desentenderme del cuerpo y huir.
Mi madre decía que yo nunca parecía estar despierto. Que mi rostro reflejaba la placidez del sol de todos los abriles. No tengo una explicación lógica para eso. Solo sé que por naturaleza tiendo a alejarme de las calamidades auxiliado por los recuerdos serenos de la infancia.
Los colores son muchas veces los mismos pero las formas son otras: más amables, más gratas, más armónicas, más acordes, más felices, más mansas.
Hoy he terminado una pintura que sé que siempre voy a evocar. No porque mi memoria sea excepcional sino porque he anotado todas sus características en mi libreta de recuerdos precisos: título, fecha de acabado, materiales, tonos predominantes, elementos compositivos, dimensiones y, por supuesto, el recuerdo que la ha engendrado.
Es otro sábado Y la mujer coloca un banquito caoba en el bordillo de una vidriera de Corrientes al 1200 que oculta después de las diecinueve detrás de la puerta del hall del vasco.
Voluptuosa se acomoda el vestido desenfunda la vihuela pellizca dos cuerdas exhala un sol sostenido inhala profundo el aire del río e inicia esa canción que modula y replica durante dos horas
Una furtiva lacrima negli occhi suoi spuntò: Quelle festose giovani invidiar sembrò. Che più cercando io vò? M’ama! Sì, m’ama. Lo vedo, lo vedo.
Un solo istante i palpiti del suo bel cor sentir! I miei sospir confondere per poco a’ suoi sospir! I palpiti sentir, confondere i miei coi suoi sospir… Cielo! Si può morir! Di più non chiedo, non chiedo.
Ah, cielo! Si può morir Di più non chiedo. Si può morir, Si può morir d’amor.
Serie Caballos. Tinta y acrílico sobre papel. Joaquín E. Linares.
Por Gustav Urch
Lecturas (1973) es el título del primer libro de poesía de Hugo Foguet (San Miguel de Tucumán, 1923-1985); tal como dice Guillermo Siles en su prólogo a Obra poética —libro publicado conjuntamente por Ediciones del Dock y la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT en el que aparece reunida la totalidad de los textos poéticos de Foguet—, no es un título azaroso. En efecto, en el proyecto literario del autor de Pretérito perfecto, dentro del cual la poesía, comparada con la estatura de su producción narrativa, ocupa un lugar menor, la preocupación por exhibir lecturas es de suma relevancia. Foguet lee y reflexiona, cita, parafrasea y glosa lo que lee, desde obras historiográficas y filosóficas hasta piezas pictóricas; pasa por todo lo legible, pero no sin dejar constancia de ello, de usarlo como blasón: se rodea de nombres, de fantasmas con los que dialogar, a los que reverenciar, a los que parodiar; se arma un lugar de resguardo, un árbol genealógico-intelectual en el que se instala orgulloso. La presente selección de poemas, todos tomados del libro de Ediciones del Dock (Buenos Aires, 2010), quiere dar cuenta de esa práctica.
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Leyendo a Axelos
Memoria inmemoria frecuente laberinto de espejos. Ciegos marchamos recordando sin recordar otros nacimientos del mundo —horizontes en llamas— De muchas maneras te nombramos Pensamiento Total nostalgia engañosa sed más vieja que el agua.
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A un caballo para una estatua ecuestre Óleo de Joaquín E. Linares
Caballo sin jinete que aguardas los muslos fatigados de subir las gradas de los capitolios y trajinar los pasillos de los ministerios; el sexo oprimido por el raso del pantalón en innumerables paradas y te deums; las nalgas curtidas por la prolongada permanencia en los duros sillones de las gerencias y los directorios; la mano encallecida de empuñar la estilográfica firmar despachos, decretos leyes y actas protocolares; las pupilas quemadas por el resplandor de las arañas en las vastas mesas de los acuerdos económicos, los espejos de las embajadas y el fogonazo de los flashes.
Pero un día, noble corcel de guerra sin jinete, sentirás el dulce peso de la gloria —el olor del cuero y del metal, de la pólvora de los 21 cañonazos de la salva— y bajo tus cascos, no solamente crecerá la hierba sino que florecerá el trébol y la codorniz pondrá sus huevos azules y translúcidos.
Los ojos de los muertos te estarán mirando.
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A una joven reclusa Bicêtre, 1775 Lectura de M. Foucault
En los mejores tiempos se veían llegar por lo menos dos mil personas diarias a Bicêtre Por unos centavos los guardianes mostraban al cura irlandés, que dormía sobre la paja, al capitán de navío, loco furioso que se cubría de espuma, a la mujer desnuda y altiva encerrada en una jaula, a la dulce Annette Tavernier inmóvil frente al muro del patio.
Los médicos enseñan que su locura es fría y húmeda como el crepúsculo en Southend-on-sea, que las gotitas heladas que penetran las fibras de los órganos hacen el humor melancólico.
Con los ojos pegados al muro Annette deja que la lluvia, las sombras de la tarde, el vuelo de los pájaros, rocen sus clavículas filosas, sus vértebras, sus nudos de objeto vegetal cubierto de líquenes.
Los burgueses dicen: otro cielo, un desorden funesto para la razón ¡oh Dios misericordioso! que consientes que tu criatura se extravíe.
Qué hacer con sus manos inútiles, frágiles, solamente amables, con las puntas mojadas de su pelo, con los ojos verdes como el agua sobre las piedras del fondo, si no sabe leer ni una letra de cambio, descifrar la Virtud en el Código, reconocer que el Amor levantó las prisiones, las estacas, las anillas del tormento.
Caballo negro (1970). Serie del Circo. Acrílico sobre tela.Joaquín E. Linares.
Meditación de Martín Lutero en el W.C. Lectura de N. O. Brown
Martín Lutero sentado en la letrina de la torre del monasterio de Wittemberg tiene a su costado la noche helada el aullido del viento el torvo dolor de sus tripas. Termina de aplastar una cucaracha en el tabique de madera donde una mano escribió: el teléfono de Dios da siempre ocupado. Amanece con estrellas. La escarcha crujirá bajo las suelas de una compañía de marines y las orugas de los tanques. Martín contempla absorto las larvas gordas que se mueven en sus sandalias. Es tan sólo un momento de distracción. Dobla The New York Times y continúa la lectura. La Dow Chemical Company produce lavandina para blanquear la ropa y napalm para rociar el alma de los niños mientras sus tecnólogos asisten de pie sobre el césped recién cortado de Massachusetts al oficio del domingo confiando en el éxito de la próxima surprise-party. Los chicos están vacunados contra la polio aclara el comentarista habrá cheese-hamburguer, smooth orange, Schrapnell balls, silent button bomblets, smaart bombs, spider mine y dragon tooth mine. Los dragones alados son arrastrados por el viento como si fueran semillas y los Schrapnells estallan a un metro y medio de la tierra arrojando ciento cuatro bolitas de acero detalles que relajan el esfínter de Lutero. Desocupa su vientre mientras recita una jaculatoria. La rana que entra y sale del cubo de agua tiene un trasero gordo como una idea de economista. Te conozco por el trasero dice Martín el ano de Satán es el lugar del mundo donde la materia se trasmuta la olla a presión el ojo de la tormenta que hace subir la tasa de interés y donde el becerro de oro se transforma en becerro de oro. Los banqueros dice Martín manipulan el oro con la misma alegría de los chicos cuando juegan con sus excrementos. Te adoramos Te bendecimos Te damos gracias Abbadón que colmas de alegría las ciudades de automóviles las carreteras de mercaderes las naves de los templos. ¿Quién guardó el oro en sus entrañas para hacernos felices? Es absurdo oponerle el pobre hombre coronado de espinas sacamuelas que agita el tónico que hace crecer el pelo de la buena vida cristiana. (Por supuesto querido Jesús yo creo en ese otro mundo de la gente sin cuerpo de las almas sin sexo de las alegrías eternas y los eternos días felices pero sucede que mi casa está debajo del elevado en un callejón donde los borrachos blasfeman y vomitan en la madrugada) Martín se asoma a la ventanita. Hay un bosque de pinos que desciende hasta la playa donde los gatos lucen muertos lustrosos y bellos con los ojos abiertos y las finas lenguas asomando entre los dientes. La arena está sucia de petróleo. El bosque ha sido talado pero el afiche de Pan-Am tiene luna llena las agujas de los pinos calientan los hornos de fundición y Musidora es una berlina que corre a trescientos kilómetros por hora mientras los galápagos de los atolones nadan ciegos en la arena. The New York Times confirma la noticia de la paz inminente. Martín comienza a sospechar que la felicidad es un estado del que el hombre no tiene culpa —por el camino avanza un desertor de la Guerra de Treinta Años que sueña con una lata de sopa de tortuga pero que debe conformarse con el muslo de un ajusticiado. Te has comido a Dios le grita Martín pero no escarbes demasiado; es mejor sentir hambre que deseos de inmortalidad— Martín cierra el diario con la convicción de preferir el scotch al bourbon el Caribe a Hawai la margarina a la manteca el diablo a Dios. La rana ha elegido la rodilla de Lutero. Tiene los ojos como duros y fragorosos cristales y el trasero como un anillo de hierro colado. El ano de Satán es el ojo del mundo un círculo de fuego inviolable como la aureola de un santo secreto como un jardín árabe y donde la razón de estado convive con la ciencia y la tecnología. I love you dice la muchacha parada debajo del manzano. I love you dice el hombre parado debajo del manzano. En la pantalla del televisor un automóvil se desliza por la carretera con un tarro de mostaza sobre el capó.
CRECED Y MULTIPLICAOS Para abril la producción de mostaza habrá alcanzado el millón de frascos. Martín vuelca el agua del cubo y piensa que el agua es perfecta como el padre que está en los cielos. El día de pronto ha estallado dentro de la torre con un aroma a café nuevo con un brillo de monedas recién acuñadas con un ruido de trépanos trafiladoras y gusanos electrónicos. Afuera el cielo es todavía un campo de batalla poblado con los restos de viejos aviones de combate carros asirios y melancólicas armaduras que guardan el olor de los cuerpos. Ha llegado para Lutero el instante de ofrecer la jornada junta sus duras manos de campesino Señor dice acepta esta nueva derrota de tu Arcángel humildemente te lo pedimos no consientas que sea tentado líbralo de todo mal y restitúyele su corcel de guerra Amén