Segunda entrada a nuestra Breve antología de poesía tucumana. En esta ocasión, la tarea estuvo a cargo de Sofía Calvano,* quien reunió y prologó poemas de Sofía de la Vega.**

Caminar por un pasillo largo, de hospital, límpido. La luz enceguece, blanco y plateado el resplandor antes de que el cuerpo sea abierto y despedazado por el cirujano, antes de que brote la sangre sobre la mesa helada. “Cuando tenía 5 años y mi hermana 2, me preguntaron/por qué no era rubia como ella./ En su cara de 20/las cejas siguen siendo invisibles. Es luminosísima/para esta provincia casi andina. Genera el efecto/del resplandor antes de una operación”.
La cita es de Sofía de la Vega. Los poemas antologados fueron elegidos por ella misma para Las Gárgolas; algunos pertenecen a su primer libro y otros son inéditos. Sofía es una poeta que, si bien joven, sabe lo que está escribiendo. O al menos eso es lo que muestra: decisión, ideas propias sobre la poesía. Una poeta que trabaja con la precisión de la investigación, que deja que también aflore un lado menos urbano, menos domesticado.
Leerla es entrar en un terreno que a veces resulta árido, de clima frío. Frío en el sentido ruso y también en el sentido japonés, como lo dice en “Animales que se arrastran”. Un japonés incómodo en el transporte público, que seguramente sufre, pero no deja que se vislumbre ni un poquito de sufrimiento. En ese sentido, los poemas son como ese japonés: no muestran todo.
Por momentos la escritura luce así, impoluta, como ese resplandor antes de una operación. Los poemas esconden algo, quizás esa sangre animal que también aparece por momentos, un costado más salvaje, el macho agazapado que espera el momento oportuno para cazar a su presa.
En “Filium”, publicado en Blancas y plateadas, se hace visible este juego. Es un poema narrativo con una voz entre poética y científica sobre cazadores en Siberia. En el poema, los cazadores se transforman en bestias para atraer a la presa.
En otros poemas, la voz es una especie de Artemisa, diosa de la caza y de la luna. Arquera, sale de túnica a buscar su alimento acompañada por ninfas y perros cazadores. Asociada a varios animales muy diferentes como el ciervo, el perro, la liebre, el oso y el caballo, Artemisa es a su vez una deidad lunar, que luego de la caza vuelve a su nido portando la luz del astro más cercano a la Tierra.
Así se mueven entre estos extremos los poemas de Sofía, un juego de luz y oscuridad: de un lado el laboratorio aséptico, encandilante, el rigor quirúrgico; del otro la zorra al acecho, durante la noche, con el hilo de sangre en la boca.
Blancas y plateadas es su primer libro, publicado en 2018, cuando ella tenía 25 años. Un primer libro en el que aparece “lo cotidiano, el amor, mis obsesiones», según palabras de Sofía. «Después se tiende hacia cierta ficción, que es lo que me interesa de la poesía”. Es interesante cómo comenzó a construir esta poesía-ficción de los animales en esa primera publicación, y cómo está mutando ahora. Los poemas inéditos serán parte de un próximo libro, que se va construyendo a la par que ella construye un nuevo hogar, en la vida y en la poesía, con animales de otra manada.
Sofía de la Vega es una poeta inteligente, sabe cuándo alejarse y cuándo rendirse al poema también. En este juego de extremos, la voz avanza y retrocede, repite ciertos tópicos, marca distancia, investiga, se entrega. El poema como una forma de conocer, pero también como una forma de amor. Esas formas de amor pueden resonar con el poema de Cecilia Pavón “¿Existe el amor a los animales?”, en el que la poeta se pregunta si su corazón está frío por no querer adoptar un gato. Una duda similar aparece en los poemas de Sofía, esa disociación repentina, esa distancia con lo que mira. Finalmente, parece elegir el lado del amor.
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Inéditos
Domingo de Ramos
Venís del desierto en un burrito:
la llegada más triunfal en un animal cansado.
En la entrada hay un arco de plantas que casi te pincha los ojos
cortadas por las manos sucias de mujeres.
Me pregunto si tocaste la cara de esas mujeres,
si les tocaste las arrugas de la frente con tu dedo pulgar
y si con ese gesto alivianaste su preocupación.
Quisiera saber si le besaste los ojos.
Quisiera saber si chupaste la sangre de sus labios.
Como lo hago yo ahora
cuando meto un lápiz en mi boca para ver si efectivamente es sangre
este sabor metálico que me ahoga.
Jesús, vos sos un león del monte.
¿Me escuchás? Esta Semana Santa también va a pasar.
En esta estepa todo galope es de fuego.
Yo soy un caballo de arena y vos, mi potrillo fiel
que gira detrás de una laguna muerto de sed.
Otras resurrecciones nos costaron más.
Volveremos campantes
coronados entre plantas y burritos
.
El futuro
Soy una planta de balcón
lista para caer
en el cemento.
Me atrevo a decir que las circunstancias
prepararon este desborde.
No soy la poeta del litoral
que mira el río y se tranquiliza.
Estoy en busca de imágenes:
hombres de ojos rojos
recogen frutas inmaduras al pie del cerro,
dos yeguas hacen el amor en un barrial,
mellizos juegan con la ropa de sus hermanos difuntos.
¿Qué quieren decir las señales de esta ciudad?
Siempre supe que era parte de otra cosa,
mi tono es anticuado y viene del futuro.
Experimento sentencias de amor casi a diario
y miro cómo todos los perros
son hermosos cerca tuyo,
¿alguna vez podré tocarlos?
¿Son ellos a quienes verdaderamente sigo?
Todavía estoy lejos
pero arriba
o abajo
nunca a una distancia horizontal.
Pelando papas sobre mi estómago,
siento piedras que caen en mis pies,
una foto de mis padres en mi cabeza
me golpea.
Por la tarde, salgo al balcón
y barro lo que queda.
.
Piedras preciosas
Desde que tuviste una piedra en el pecho
siento que todas las piedras preciosas son tuyas.
Quizás yo la necesite ahora
después de todas las veces que dije que no la quería.
Ahora le pediría un deseo
para que despiertes en tu casa de cristal,
tomés un yoghurt de cristal
y vayas al trabajo en tu bici de cristal.
Eso ayudaría a conocerte
y la gente trataría de no ser torpe.
Tus anteojos en cambio deberían ser de acero
para que nunca se quiebren al jugar futbol.
Me gusta esa fragilidad pero no se cuidarla,
me muevo como un elefante en un bazar.
No nos vamos a ver por un tiempo pero quiero acordarme
de la última vez que saltaste conmigo de la mano,
las calles de Barrio Sur estaban inundadas por la lluvia de fin de año,
tenías una camisa lila heredada del novio de tu hermana
y el pelo peinado como si fueras a dar clases al secundario.
No veías y el agua caía en nuestras cabezas.
En tu espalda se hacía un círculo más oscuro,
metí la mano y encontré una piedra
.
De Blancas y plateadas (2018)
Nunca me fracturé
Estoy volando a 2.400 metros
de altura. Una mujer cierra los ojos
y repite una oración o algún
recuerdo con su madre. No hay turbulencias
pero es de noche y las luces son tenues.
Esa calidez de mentira no me deja
descansar. Los medios no me gustan.
Por suerte, somos dos hermanas, yo la mayor.
La gente suele decirme que parezco más chica.
Cuando tenía 5 años y mi hermana 2, me preguntaron
por qué no era rubia como ella. En su cara de 20
las cejas siguen siendo invisibles. Es luminosísima
para esta provincia casi andina. Genera el efecto
del resplandor antes de una operación.
Como el momento previo a que nos saquen
el apéndice o las amígdalas. Sabemos que su falta
es lo mejor que le puede pasar
a nuestro cuerpo. Casi a todo el mundo
en algún momento de su vida algo les sacaron,
aunque sea un diente podrido. En cambio, no todo
se quiebra. Sólo quiero usar yeso para escribir
los poemas que aprendí de memoria
cuando mi hermana ya no dormía conmigo.
.
Animales que se arrastran
En una habitación del quinto piso del hotel apago todo
y los focos comienzan a hacer ruidos metálicos.
En casa siempre algún chasquido o mínimo susurro
se escucha. Una sola vez sentimos
el silencio. Fue en medio de dos montañas
de piedra roja. Era todo azul cuando cerramos los ojos.
Nosotros en medio, como una comadreja
o esos animales que se arrastran para enfriarse.
Siempre quise tomarte la mano ese día. Es igual
a cuando estás corriendo en la clase
de gimnasia del colegio y te olvidás
de que tus 30 compañeros corren con vos.
Desde chica estar rodeada por grupos
me da miedo. Cuando es de noche, en la cama
no dejamos que ningún pie esté fuera de ella
o prendemos la lamparita que tenemos más cerca. En realidad
yo rezo o pienso que las sombras extrañas son Dios.
Estamos todos tristes porque no se puede
escapar. El aturdimiento de la multitud del subte
fue captada por un fotógrafo norteamericano en Japón.
La gente salía en poses incómodas. Brazos y piernas
de contorsionistas. Lo raro era que la cara de los japoneses
no mostraba sufrimiento. La incomodidad
del amontonamiento se hace parte de su vida.
Como el día que estaba sola con vos
pero al final nunca te diste cuenta.
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Gato
No encuentro a nuestro gato
hace tres días sus piedritas están vacías.
Vos estás sentada viéndome
revisar debajo del inodoro del baño de servicio
una vez más. Todas las veces fue así:
la boca se achica y llena de líneas verticales
como si un olor te estuviera molestando
pero no decís nada. Tampoco te movés.
Hay cosas
que no limpiamos de la heladera
y cosas que tampoco sacamos a ventilar.
Debajo de nuestra cama
no hay espacio para un animal aunque sea frágil.
Cuando me agacho
encuentro objetos baratos que nos hacían felices.
El desorden es una forma de desamor.
Todo lo que soy acompañaba
al gato. Venía de la casa de mi madre
y me miraba desde la alacena de la cocina
como lo hacés vos ahora.
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Filium
El antropólogo danés Rane Willerslev
vivió un año y medio en Siberia
para acompañar a la tribu yukaghir
a cazar alces.
Transformándose en bestias
los cazadores atraen al animal.
Usan cuernos, pieles, se revuelcan en su excremento,
hasta perder su humanidad.
Muchas veces el bosque los atrapa.
La convivencia a largo plazo con los alces
y la falta de comunicación los animaliza.
El antropólogo habla de un caso en particular,
un yukaghir que no se reconoce hombre
después de esta experiencia.
El cuerpo se vuelve animal,
organismo vivo que actúa por impulsos.
Lo que queda de hombre y el alce
están todavía juntos en su interior, vivos y rebeldes;
miran a través de los ojos de dos mundos.
Sólo se puede ser parte del vacío provocándolo
como poetas del espacio con linternas de 1 voltio.
El animal camina despacio por un lago congelado,
se astilla las manos y la sangre tiñe el agua.
No siente dolor por el amor en su nuevo estado.
Las cosas que no son parte del afecto
no están conectadas al cerebro.
¿A dónde te fuiste hermano?
Sus compañeros yukaghir lo encuentran.
Ya no es un bípedo, huele las botas de sus ex amigos
y un líquido viscoso le cae de la nariz.
Los perros cazadores huyen,
repelen a ese dios siberiano.
Rane Willerslev afirma que este prodigio
es un animal con ojos de hombre
que no distingue la realidad.
En una noche de tormenta de nieve
el antropólogo no puede volver al campamento.
Observa toda la noche cómo la bestia lame sus heridas,
despacio logra acercarse y le da ungüentos de su botiquín.
El yukaghir-alce recuerda cómo curarse,
se desdobla en dos mundos.
Las cosas que ya no son parte de su conciencia
son parte del cielo gris siberiano.
.
Hábitat natural
Hace días llueve y sale el sol
como un ciclo cósmico imparable.
Salgo a comprar lechuga y tomate
tengo carne y hamburguesas.
Alrededor la fauna se expande y con un sonido imperceptible
todo comienza a crecer,
la reproducción en pleno centro de la ciudad.
Piso lo que me bordea
y se mete en mi camino.
Soy una de las zorritas que estropean las uvas,
restos violetas y rojos en mi boca
blanca después de comerlas
avanzo porque la ebullición sigue.
La gente está de ojotas y su piel es verde,
animales de otro corral.
Caminan con la mirada hacia abajo
y cruzan mal la calle a pesar de que hay muchos autos.
Cada vez que llego a la verdulería miro al costado
esperando ver tus pies por debajo de la cortina de plástico.
Tus piernas son macizas y fuertes, aparentan una vida deportiva.
Soy una de las zorritas que estropean las uvas,
melosa huelo tu pelo en mi mente
y llego a casa.
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*Sofía Calvano nació en Buenos Aires en 1988; es Licenciada en Crítica de Artes (UNA) y escribe poesía.
**Sofía de la Vega nació en San Miguel de Tucumán en 1993. Es Profesora de Letras y becaria doctoral del CONICET. Organiza el Festival Internacional de Literatura Tucumán (FILT) desde 2015.